Elena, Marije, Iñaki, Lucio y yo salimos de Bilbao con destino a Ibiza. Tras una breve escala en Madrid donde nos encontramos con Pedro que había salido de Pamplona llegamos a las 21 h al aeropuerto de Eivissa. Allí cogimos dos taxis y nos encontramos con Nerea en cala Talamanca, donde nos esperaba para embarcar en el catamarán San Fredelau por cortesía de Harold.
Al amanecer desapareció el viento. Nos levantamos. Desayunamos y justo al levar el ancla saltó un ventarrón del norte que no nos abandonó en todo el día. Pusimos rumbo a Santa Eulalia. Toda la travesía a motor. Se levantó una ola que la hizo muy incómoda. En Santa Eulalia fondeamos a la tarde. Comimos y tras descansar nos bañamos. En tierra compramos el grillete y nos aprovisionamos de cara al resto de días. Más tarde paseamos por el pueblo y buscamos un sitio donde cenar. Tras recorrer varias calles llenas de restaurantes semivacíos y cerrados nos decidimos por uno junto al ayuntamiento. Nos atendieron muy bien y después de vuelta a dormir al barco.
Al día siguiente, pusimos rumbo a San Vicent. De nuevo pudimos disfrutar de una travesía navegando a vela y pudimos practicar las viradas por avante en un catamarán hasta que conseguimos dominarlas. En cala San Vicent tan solo había un monocasco fondeado. Fondeamos y nos bañamos. El desembarco tenía que ser en la playa y fue bastante "divertido y mojado". Había algunos locales abiertos pero vacíos. Reservamos sitio para cenar en un bonito y pintoresco restaurante al que poco a poco fue llegando más gente a cenar. De vuelta en el barco Lucio me enseñó las reglas del tute a dos (a veces sorprendentes, a veces increíbles para uno acostumbrado a jugar al mus o al tute parejas).
A la mañana siguiente nos levantamos a las 7 y sin más dilación pusimos rumbo a Palma. Un día entero de navegación a motor aunque no tan malo como el de la travesía a Santa Eulalia. Eso sí con un par de horas más, hubiera sido capaz de ganar al tute a tres (con otras normas) a Lucio y Elena. Tras atracar, bajamos a tierra a dar una vuelta por la ciudad que estaba semivacía, desde luego nada que ver con la del año pasado. Cenamos y de nuevo en el barco otra partidita al tute con Elena y Lucio (el resto de la tripu ni se atrevió a demostrar sus aptitudes con esta disciplina: todos a la cama). (De ahora en adelante después de cada regata en el Emilu habrá que echar una partida para no olvidar las reglas).
Y por fin llegó el día del regreso. Hicimos los equipajes, desayunamos y de nuevo visita a la ciudad: la Lonja del Pescado, la Catedral, el museo de Arte Contemporáneo etc. Regresamos a la marina a comer unos sandwiches preparados por Elena e Iñaki (y a bebernos el vino y las cervezas que habían sobrado). Taxi, al aeropuerto y a las 17:15 (aprox.) ya estábamos de vuelta en Bilbao.
En resumen que disfrutamos de unos fantásticos días que debemos agradecer a Harold y a Nerea, que hizo de gran anfitriona, como siempre.