10/07/2020

Junio/Julio 2020

Ana y Pablo
Crónica del momento en  el que el  Emilu se trasformó en el mejor y mas exclusivo buque-escuela del Cantábrico sin que nadie  se diera cuenta en el club náutico.
El Atila
Me  acuerdo  del primer dia. Era martes, recién terminado el confinamiento. Todavía no habían empezado las regatas y estábamos en una especie de tierra de nadie  sin saber muy bien qué convenía y qué estaba prohibido hacer. La víspera, Pepelu, habitual cronista del blog, me llamó para dar una vuelta en el barco.
Cuando solo salía para ir de casa al trabajo y viceversa, hiciese el tiempo que hiciese, con sol o con viento  había imaginado volver a surcar el mar con esa ausencia de ruido que tenía el Emilu…¡bueno!.....- ausencia de ruido quizás es mucho decir. El barco, para quien no tenga la suerte de conocerlo, esta lleno de pequeños ruidos, golpeteos metálicos, olas, chapoteos,…agua o viento contra la quilla,  las velas, las cuerdas (-¡Perdón! los cabos).
Saly
Así que después de más de  2 meses esperando poder estar allí, la llamada de Pepelu me hizo saltar y sin dudarlo acudir.  Volver al velero era un regalo y en mi recuerdo ese día no hacia sol pero tampoco estaba nublado sino que había esa luz turbia de algunas tardes en el Cantábrico,.... con nubes y claros ¡cómo no!
Sorprendentemente estábamos pocos, solo Pablo y yo… y Pepelu. Era una combinación extraña, el cronista y habitual “mentor” y dos novatos. Quizá por eso fue que Pepelu hizo un despliegue de buen hacer docente y nos llevó entre una y otra boya intentando que al final lográsemos el casi milagroso prodigio de pasar junto a ellas sin tocarlas.
Recuerdo la sensación de llevar el timón en un momento que el viento subió a 12 nudos y el barco escoró (creo que hacia babor) y pensé que si existía la felicidad se tenía que parecer mucho a lo que yo sentía en ese momento.
Pablo
Ahora ya hay regatas y sé que pronto tendrá que cerrar esta faceta de barco escuela exclusivo que sorprendentemente ha tenido el Emilu estas semanas pero esta ausencia de competiciones hasta hace una semana  me deja unas imágenes inesperadas….
Pablo y yo tirándonos al mar mientras Pepelu nos cuidaba desde el barco. No vi el momento en que me alejé, bastante  imprudentemente, y ellos maniobraron para evitar que tuviera problemas con un pesquero que se acercaba.
La entrada en el puerto de Santurce, para mi la primera vez desde el mar,  con aquel mastodonte a la derecha, una gabarra abandonada al frente y nosotros, los nuevos,  dirigiendo el velero…. y la sensación de que todo aquél que nos viera entrar así nos envidiaría profundamente.
No nos dimos cuenta del tiempo hasta las 9 de la noche y tuvimos que volver apresuradamente al puerto y mientras regresaba  pensé que se habían conjurado los astros para darme el maestro, el barco, el atardecer y el mar casi casi perfectos.
Este julio de 2020 me ha regalado otras salidas y el inicio de las regatas. 
Ayer repetí con más compañeros... me quedo con el Atila entrando en el Abra a vela, un baño estupendo y la, para mi, asombrosa hazaña de rozar la boya sin tocarla mientras el viento sube de 10 nudos.
A todos los que acompañasteis mi  práctica,  Lucio, Eduardo, Pepelu, Saly, Elena y Pablo gracias y hasta la vista.
 Cronista: Ana

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