El sábado 13 de junio embarcamos Lucio, Marije, Iñaki y Álvaro para realizar la regata Getxo-Laredo. Tuvimos tiempo para contemplar la Dvina, que con sus 60 pies de madera (incluido bauprés), pabellón noruego y mucha solera fondeaba entre los dos puertos de Getxo.
La salida dio comienzo a las 13.00 y la suave brisa en contra del noroeste nos nos permitió alcanzar la punta del superpuerto hasta pasada una hora.
Al llegar al cajón los aerogeneradores fueron girando al compás del viento que rolaba para ponerse en un favorable nordeste. Inicialmente Haize Lore quedó atrás y tras pasar al Paquita IV izamos spí y conseguimos sobrepasar también a Jai Pil Pil, mientras el resto de embarcaciones navegaba por delante.
Dos horas después de la salida nos encontrábamos a la altura de Castro, cuando una nube imperceptible que debía estar agazapada detrás de Pico Cerredo nos cogió por sorpresa descargando un intenso chaparrón sobre todas las embarcaciones.
Tras la encalmada posterior en la que estuvimos alrededor de media hora prácticamente inmóviles, el viento se fue recolocando hasta que volvió a soplar del nordeste, aumentando progresivamente en intensidad, y acompañado de una ola de breve periodo, nos llevó en volandas hasta el puerto de Laredo.
Iñaki y Marije practicando "banda de spí" |
La compensación de tiempos nos colocó en cuarta posición tras Salmonete, Marmotinha y Haize Lore, cuya tripulación de hombres-voladores acompañando a Marijo consiguió acortar distancias gracias al asimétrico que llevaron durante la travesía.
En el puerto de Laredo |
El domingo la vuelta fue muy amena gracias a la compañía de Jorge y Esther. Zarpamos de Laredo con bonito día de brisa norteña cuyo través nos permitió izar spí, pero a la altura de "la ballena" y ante la caida de viento decidimos arrancar motor y viendo los relámpagos y rugidos de las nubes que amenazaban desde Ranero, todos menos Marije decidimos cubrirnos por cautela. Finalmente, y gracias a que Marije también se puso un chubasquero a regañadientes, logramos asustar a la lluvia amenazante y arribar a puerto secos y lozanos.
¡Bonita crónica! ¡Y qué envidia!
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